Cada día somos más conscientes de lo que comemos en nuestro día a día, y mucho de esto es gracias a los continuos estudios que han sido publicados en las últimas décadas y que nuestros padres se encargaban de leer en libros, revistas y ver en shows de TV, pero con la llegada del internet ahora prácticamente todos tenemos acceso a lo último del mundo nutricional.
Si bien creemos ciegamente en lo que la ciencia tiene para decirnos con respecto a nuestra salud y lo implementamos inmediatamente a nuestro estilo de vida tan pronto y como nos enteramos, lo cierto es que pocas veces tenemos acceso de primera mano a estos estudios y terminamos leyéndolo de algún blog, sitio web o publicación en una red social.
¿Qué conlleva esto? Que no sepamos con certeza qué tan confiable es la fuente, el propósito del proyecto o incluso no darle continuidad por alguna actualización, después de todo, muchas de las investigaciones que leemos no terminan con un paper o artículo científico, sino que continuamente está en desarrollo.
Allá afuera hay blogs diciéndote qué comer de acuerdo a un estudio que podría ser desmentido mañana por otro grupo de investigadores, hay casos donde se lanza una retracción o solamente se trata de una investigación con un grupo de personas de estudio bastante limitada como para generalizar.
¿Recuerdas cuando nos empezaron a vender la leche descremada como lo mejor del mundo? Esto vino con la moda de la dieta cero grasas que vendría a salvarte de subir peso y padecer enfermedades coronarias.
Pero una vez más, caemos en la trampa del marketing ahora incluso consumiendo lácteos light con una minúscula parte de grasa láctea. ¿Pero esto qué conlleva? ¿Realmente es tan bueno consumir descreamos más que los enteros?
Descubren que ácidos grasos coadyuvan en minimizar los riesgos de enfermedad cardiovascular
Mucho se ha dicho sobre que nuestro organismo no necesita consumir leche de vaca, después de todo “no somos terneros”, es en realidad un discurso que proviene del sector de protección animal que se ha disfrazado de ciencia sin serlo realmente.
Pero lo cierto es que tampoco es mala o un alimento innecesario como tanto se ha viralizado, pues de hecho, nos aporta una gran cantidad de vitaminas, minerales, agua, proteínas y azúcares (lactosa) que nuestro organismo aprovecha bastante bien, a menos que seas sensible a algunos de sus componentes.
Fuera de esto, estudios mucho muy recientes apuntan a que los alimentos lácteos son hasta benéficos para evitar enfermedades especialmente en adultos mayores, a quienes popularmente se les dice evitar este alimento.
Eso sí, la clave no radica en el producto lácteo en sí, sino en los ácidos grasos que podemos encontrar en los productos enteros, y en menor proporción en deslactosados, cuya cantidad podría minimizar enfermedades cardiovasculares.
Esto seguramente te causará confusión, pues es precisamente los alimentos grasos lo que pueden provocar enfermedades coronarias, algo de bastante riesgo especialmente para la gente mayor, pero se ha observado que con las grasas lácteas no ocurre este fenómeno.
Para sacar estas conclusiones, se analizaron hasta 17 estudios diferentes en Suecia y otros países donde participaron 4.000 adultos para tratar de obtener una evidencia muy completa de lo que ocurre con el consumo de grasa láctea y su presunta relación con enfermedades cardiovasculares y prácticamente la muerte.
Matti Marklund, doctor del Instituto George de Salud Global de la Universidad Johns Hopkins y la Universidad de Uppsala, menciona que lejos de disminuir el consumo de lácteos en el mundo, de hecho, se ha elevado en personas de todo el mundo, lo que merecía darle una buena revisión de todo lo que se sabe sobre esta con respecto a nuestra salud.
Apunta también que muchos estudios no son fiables del todo, pues sus conclusiones están basadas en una encuesta donde las personas estudiadas respondían sobre la cantidad de lácteos consumidos según sus ideas y recuerdos.
Por eso, el estudio de Marklund quiso corregir esto midiendo directamente la cantidad de ácidos grasos presentes en la sangre de los sujetos de estudio, así como otros componentes que adquirimos de los alimentos lácteos.
De ese modo, ya no dependerían de lo que la gente cree o recuerda haber consumido, y directamente obtienen números objetivos y reales de lo que han ingerido, en qué cantidades lo hicieron y la calidad de los posibles productos consumidos.
Fue entonces cuando hizo el gran hallazgo, donde las muestras de sangre con mayor nivel de ácidos grasos lácteos eran los más saludables en cuestiones cardiovasculares. Sin embargo, menciona que esto es apenas el comienzo de una nueva temática que se abre con este estudio.
“Los resultados fueron interesantes, pero habría que hacer más estudios para comprender mejor cómo la grasa láctea y otros alimentos lácteos impactan en nuestra salud”, concluye el doctor.
Lo que reflejan 16 años de seguimiento a habitantes de Suecia, el país considerado el paraíso de los alimentos lácteos
Suecia es el país que más se ha interesado en este tema en particular, ya que el consumo de lácteos y sus derivados son uno de los más altos a nivel mundial. A este estudio también se le han unido otros países interesados como Australia y Estados Unidos.
Un total de 4.150 personas de Suecia fueron los que entraron a este estudio para medir su consumo de grasas lácteas, especialmente en un sector poblacional considerado de riesgo como lo son los adultos mayores a partir de 60 años.
Estos voluntarios fueron monitoreados por en promedio 16 años, así que no estamos hablando de un estudio esporádico, sino de mediciones de ácido graso láctico en personas que ya tenían o incluyeron estos productos en su dieta cotidiana.
Además de medir la cantidad de ácidos grasos lácticos en la sangre, también estuvieron informados sobre cuántos voluntarios sufrieron de infartos, problemas circulatorios, derrames cerebrales o quienes murieron de una causa diferente, algo frecuente debido a su edad.
Desde luego, también se tomaron en cuenta factores externos a su alimentación, como la cantidad de ingresos económicos, hábitos alimenticios, si ya padecían otras enfermedades o estaban en riesgo, su estilo de vida, entre otros.
Como resultado, este importante número de voluntarios registraron una tendencia donde quienes tenían un nivel alto de ácido graso derivado de lácteos, de hecho tenían menor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.
Eso no es todo, quienes poseían un nivel mucho más alto que el promedio de ácido graso láctico en la sangre, de hecho eran los más sanos y menos propensos de morir a su edad.
El Dr. Marklund apunta que aún muchos estándares de salud dietética mencionan que lo ideal es consumir productos lácteos bajos en grasa (descremados o desnatados), sin embargo, las pruebas más recientes ahora muestran lo contrario.
Tomará un tiempo para que la novedad sea adoptada en otras partes del mundo, no necesariamente abandonando los productos desnatados, pero dejando de prohibir o satanizar el consumo de lácteos enteros.
Lo que sí es necesario puntualizar, es que no todos los productos lácteos enteros son necesariamente buenos para la salud. Hablamos de los productos ultra procesados que encontramos en el súper, esto debido a que contienen ingredientes extras como exceso de azúcares, por lo que es mucho más recomendable optar por productos naturales (de granja) o poniendo especial atención a la etiqueta del envase.
Tal es el ejemplo de yogures con sabor a frutas, incluyendo los que tienen trozos o los que simplemente están combinados con algo más como avena, granola y otros cereales. También las leches de sabores que normalmente están destinados a niños pero que contienen cantidades impresionantes de azúcares, al igual que aquellas saborizadas con café para adultos.
También debemos tomar en cuenta el proceso de producción, por ejemplo con la ya conocida margarina que cada vez es más desaconsejada por su alto contenido de grasas trans que son grasas saturadas que elevan el nivel de colesterol en la sangre y no está relacionada con los ácidos grasos. En este caso, se prefiere el uso de mantequillas de leche al 100%.
Algunos quesos también son desaconsejados por su altos niveles de sodio que pueden contrarrestar los beneficios del ácido graso lácteo, trayendo consigo el ser propensos a enfermedades como presión alta o problemas cardiacos.
Desde luego, no se trata tampoco de eliminarlos por completo de nuestra dieta, pues como mencionamos antes, estos son altamente nutritivos y una excelente fuente de proteína. Sí se pueden consumir regularmente pero no en exceso, y en cantidades medidas por un profesional si se padece de alguna enfermedad.