Cada vez más personas son conscientes de que la guerra contra la contaminación únicamente puede ser ganada si los ciudadanos del mundo comienzan a cambiar ciertos hábitos cotidianos.
Algunos se han hecho con regaderas ahorradoras de agua, luces LED de bajo consumo, separan siempre la basura para su reciclado o utilizan detergentes biodegradables, entre otras acciones que definitivamente tienen una gran impacto a comparación si no hiciéramos nada.
Sin embargo, en un mundo basado en el consumismo donde prácticamente todo está hecho de plástico o es utilizado para su comercialización, ha sido una tarea casi imposible deshacernos de los plásticos en toda clase de presentaciones.
Recipientes, bolsas, botellas, platos, cubiertos, electrodomésticos, juguetes, vasos, empaques, herramientas, instrumentos de cocina, y mucho más, prácticamente están conformados por plástico o tienen al menos una pieza que lo compone.
Cuando decidimos que algo no nos sirve, simplemente lo desechamos, este termina en un vertedero, y como la mayoría de los polímeros no pueden ser reciclados, estos terminan en el mar.
De acuerdo con Greenpeace, todos estos plásticos de uso cotidiano tienen una probabilidad muy alta de terminar en el océano incluso después de haber hecho el trabajo de separar la basura correctamente.
Alrededor del 79% de los plásticos que son desechados como basura, se encuentran en vertederos de forma permanente o contaminando el medio ambiente, y estamos hablando de millones de toneladas.
A pesar de los esfuerzos titánicos para limpiar los sueños y la superficie de los mares, los científicos han podido ver plásticos incluso a 10.000 metros de profundidad, un lugar inalcanzable para el ser humano para poder extraerla.
Aunque no es algo que tengamos en cuenta, los mismos fenómenos naturales como tormentas, huracanes o inundaciones, son capaces de mover toneladas de basura de vertederos u otros lugares contaminados directamente a ríos, lagos, el océano y hábitats.
Así que, aunque seamos muy diligentes con nuestros plásticos, ciertamente la mejor forma de tener una oportunidad en esta batalla es tratando de bajar la demanda de plásticos dejando de consumirla en cualquier medida posible.
Eso no es todo, suponiendo que los vertederos no pierden ninguno de los plásticos por estos fenómenos, simplemente la cantidad y tipos de plásticos producidos y desechados superan en creces la cantidad que se puede reciclar.
Se estima que de todos estos plásticos, sólo el 9% puede reciclarse, solo el 12% termina incinerado a cuestas de la salud de nuestra atmósfera y prácticamente el 79% ha terminado en el medio ambiente, perjudicando ecosistemas completos.
Otras cifras alarmantes revelan que el 80% de la basura marina que se ha encontrado proviene de tierra, es decir, toda nuestra basura. Mientras que solo el 20% corresponde a la basura propia de la actividad marítima, como redes de pesca, botes, boyas, entre otros.
El desgaste por el movimiento del mar ha producido plásticos tan pequeños que sólo pueden verse claramente con microscopios
De acuerdo con Iberdrola, uno de los líderes en energías renovables en el mundo, estima que desde 1950, el ser humano ha producido más de 8.300 millones de toneladas métricas de productos plásticos para toda clase de propósitos.
Al igual que Greenpeace, esta empresa también estima que solo 9% de residuos puede reciclarse, terminando el resto en los vertederos y otros espacios naturales una vez que hayan cumplido su función, o incluso ni eso, termina siendo desechado completamente nuevo al no ser un producto con demanda.
Una cantidad incalculable de millones de toneladas han terminado en el mar desde hace ya muchas décadas, donde el movimiento propio de los océanos y el desgaste propio de los polímeros por las condiciones climáticas, han provocado se rompan y reduzca a pequeños pedazos de plásticos.
En redes sociales se han virilizado vídeos de personas que rescatan piezas pequeñas de plásticos que se encuentran prácticamente en todas las playas en el mundo, y solamente basta cernir la arena en cualquier punto de una playa para descubrir que ahora los plásticos son parte de las playas.
Eso no es todo, los científicos han descubierto que algunas rocas en las costas ya tienen pedazos de plásticos incrustados en ellas, esto debido a la acción de las olas que chocan con estas rocas, provocando que los plásticos y la roca comiencen a fusionarse como si fuese uno solo.
Cuando los expertos lograron observar plásticos que miden una fracción de milímetro, llamado microplásticos y que solo son observables claramente con un microscopio, fue que cayeron en cuenta de que el problema era más serio de lo que se pensaba.
Si bien, actualmente existen organizaciones que tratan de recuperar los plásticos del mar con redes y otras tecnologías de captura en altamar, los microplásticos son prácticamente imposibles de recolectar.
Estas diminutas partículas se han convertido en parte del mar y son tan pequeñas que son respiradas y consumidas por las criaturas marinas. En consecuencia, estos microplásticos han logrado penetrar en el organismo de muchos peches.
Cuando ya era un problema al ver peces y aves de mar muertos con pedazos de plástico en sus estómagos, fue un shock que los microplásticos hayan podido ingresar al torrente sanguíneo y órganos de estas criaturas.
Los microplásticos son tan microscópicos que han podido atravesar tejidos y órganos de criaturas marinas y humanos.
Durante el Congreso Virtual de la Sociedad Americana de Química (ACS), fue publicado un estudio donde explican cómo los nanoplásticos no biodegradables se las han arreglado para penetrar los tejidos y órganos humanos.
“Por el momento no sabemos si estos plásticos sólo representarán una molestia o jugarán un papel importante en la salud del ser humano”, menciona Charles Rolsky, coautor del estudio.
Sin embargo, ya hay otros estudios en animales donde ya se les ha asociado los microplásticos de 0,001 milímetros al cáncer, inflamación e infertilidad de algunos modelos animales, pero aún hay mucho por averiguar el efecto en personas.
Los científicos no esperarán a descubrirlo, y ya han empezado a buscar las posibles fuentes de exposición a microplásticos, dónde podrían alojarse en nuestro sistema y se ha empezado a investigar posibles formas de retirarlas del cuerpo humano.
Por ahora, los médicos italianos del Hospital Romano Fatebenefratelli y el Politécnico de la región de Las Marcas, ya han podido detectar microplásticos en placentas de seis mujeres cuyas edades oscilan entre los 18 y 40 años, posiblemente debido a la ingesta de pescado y otros productos del mar, pero el agua que bebemos también puede ser un factor de contaminación.
Se ha propuesto el uso de cápsulas de seda para sustituir los microplásticos y detener la crisis
Luego de ver este panorama tan desolador, resulta inconcebible pensar que la industria fabrica microplásticos para algunos productos de higiene y agrícolas.
Algunos productos del cuidado de la piel cuentan con microplásticos introducidos de forma deliberada para crear un efecto exfoliante que limpie mejor la piel de impurezas y piel muerta, algo que también hemos visto en algunos dentífricos para “mejorar” el poder del cepillado dental.
Los expertos en cuidado dermatológico y dental, aseguran que el efecto exfoliante podría traer más problemas que soluciones, y que únicamente fueron introducidas como mera mercadotécnica para hacerlo “mejor y más poderoso”, pues estos microplásticos podrían crear lesiones en la piel y el esmalte de los dientes que no son necesarias.
En algunas pinturas, detergentes y químicos agrícolas también existe esta tendencia de agregar microplásticos para mejorar los productos, pero luego de que se ha encontrado que dichas partículas han contaminado el agua dulce y mantos acuíferos, y que son tan pequeñas para capturarlas mediante los procesos de potabilización del agua, es que se han prohibido en muchas partes de europa.
La Unión Europea ha decretado un cese paulatino a la producción con microplásticos, esperando llegar eliminarlos de las fórmulas para el 2025.
El Instituto Tecnológico de Massachusetts ha llegado con una posible solución para sustituir los microplásticos en estos productos, introduciendo en su lugar microesferas de seda biodegradable, además es fácil de fabricar y sus costes son muy bajos.
Las microesferas de seda tienen la resistencia suficiente para encapsular las sustancias, cumplir su función y luego biodegradarse rápida y segura en el medio ambiente al disolverse con el agua.
Las empresas podrían utilizar su maquinaria de fabricación actual de microplásticos para fabricar microesferas de seda incluso a un precio mucho más barato y sin afectar las ganancias o velocidad de producción.
Además, ha sido probado ya en productos herbicidas en maíz de invernadero, probando que la seda funcionó tan bien como los productos existentes de microplásticos, e incluso logró reducir daños a los cultivos, y se espera también pueda implementarse para el campo de la farmacéutica en algunas medicinas.