Google Earth causó un gran revuelo entre los usuario cuando fue lanzado en junio del 2001. Las personas prácticamente pasaban horas explorando el mundo, visitando lugares como si estuvieran de vacaciones e incluso hicieron hallazgos impresionantes.
Cómo olvidar la oleada diez años después cuando la gente subía a Facebook o Twitter capturas de pantalla de sus exploraciones desde este software, descubriendo escenarios impactantes como las figuras extraterrestres en sembradíos de maíz, ciudades fantasmas como la del desastre nuclear de Chernóbil, e incluso fuimos capaces de ver los glaciares desaparecer desde nuestro ordenador.
Sin duda una herramienta bastante innovadora y amigable para todo el mundo, razón por la cual fue una increíble sorpresa cuando en 2014 nos enteramos que Google había sido demandada por otra compañía que aseguraba haberles copiado su trabajo.
Art + Com Studios asegura que Google Earth es un plagio a su trabajo
ART+COM Studios es una empresa alemana fundada en 1988, que desde esa época se ha encargado de crear ambientes digitales para que todas las personas puedan disfrutar de toda clase de experiencias, desarrollando instalaciones, espacios y objetos ya sean físicos o digitales.
Este lugar no es nada parecido a Google, más bien fue creado con la intención de darles a toda clase de artistas un espacio de expresión y comunicación con objetivos en común de acuerdo a la petición de cada cliente que puede ir de realizar esculturas, hasta la creación de identidad de un lugar.
Una de sus obras artísticas en la década de los 90 fue Terravision, un algoritmo que permitía recrear nuestro planeta con ayuda de imágenes satelitales y toda clase de información geográfica. Eso no es todo, contaba con fotografías en 3D con las que se podía interactuar y prácticamente daba la sensación de desplazarse por cada real.
Menciona ART+COM que su objetivo era que los usuarios sintieran la libertad de viajar por el mundo en tiempo real, desde una perspectiva general desde el espacio, hasta lo más concreto como ir volando por ciudades para visitar lugares de interés como sitios arquitectónica, los cuales no eran fotografías, sino modelos artísticos.
Esta idea al principio solo tenía una versión beta, pero que obtuvo la atención de una empresa tecnológica alemana llamada Telekom para recibir financiación y finalmente lanzar al mundo este increíble software, exactamente 11 años antes que el conocido Earth.
Para el equipo en Berlín que desarrolló desde cero esta obra artística llena de imágenes fotorrealistas que finalmente fue lanzado en 1994, fue un duro golpe saber que después una enorme corporación con todos los recursos, se encargaría de plagiar su trabajo, y si algo odia más un artista, es que les roben su creatividad.
Fue así como en 2005 una poderosa Google lanzara su propia herramienta con toda la tecnología que ya le respaldaba, y resultaba llamativo que prácticamente era muy parecido a la idea de los alemanes.
Desde luego, el equipo de Berlín hizo lo posible para obtener una compensación por parte de Google no solo por robar la idea, sino por prácticamente pisotear su trabajo haciendo que su trabajo de años se obsoletara. Pero todo se resumió en una reunión donde Google les daba una oferta casi simbólica para que la norteamericana obtuviera la patente, algo que ART+COM terminó rechazando.
Debido a que no se obtuvo una solución, se esperaba que Google reconsiderara su oferta a una que realmente valga la pena toda la inversión y esfuerzo del equipo alemán, en vez de eso, Google se retiró y continuó adelante con Google Earth.
Una disputa donde las imparables multinacionales tecnológicas pisotean a las empresas más pequeñas que inspiró la filmación de una serie
“The billion dollar code” (El código de un billón de dólares) en Netflix, es una serie ficticia inspirada en el juicio creada por Oliver Ziegenbalg, donde muchos de los personajes eran basados en los hechos reales pero que no llega a ser un documenta ya que hay detalles omitidos o simplemente son cambiados para mejorar la trama.
Pero el mensaje está ahí, sobre toda la lucha para obtener financiación para crear herramientas, todo el proceso legal y las complicación son una probadita a lo que se enfrentaron los creativos alemanes. Esta serie trata de hacer sonar las voces de los artistas, desarrolladores y diseñadores de empresas más pequeñas que son afectadas por la monopolización de grandes corporaciones.
Sin duda, un llamado a la ciudadanía de todo el mundo para obtener una filosofía de no darles tanto poder a los poderosos, donde está en nuestras manos darle nuestro dinero a los pequeños locales para fomentar la actividad económica y no seguir alimentando a los multimillonarios.